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miércoles, 7 de julio de 2010

UNA UNIVERSIDAD CON PAREDES DE CRISTAL* .


Llegar a la reflexión de la universidad, es de por sí una reflexión política, pues no quiero preguntar ¿cuál es el rol? Porque luego me conduce al estructural funcionalismo de asignarle una posición en el tablero social, no pregunto ¿Qué deben hacer sus actores para cambiarla? Porque imagino una carrera de la fórmula uno, en la que sus mecánicos solo cambian de país para cambiar las llantas del mismo carro, dejando sin espacio concreto a la universidad que pienso. Roles, actores, funciones, eficiencias, en fin, discusiones que por esquemas mentales son estériles pues me suponen desconfianzas de los significados ideológicos de las palabras.

Pero la Universidad necesita auto discutirse y, en esa lógica, formular nuevos parámetros de funcionamiento, acción y movilización.


Kaplún** habla de una serie de elementos que: están mal, deben cambiarse, deben discutirse y plantea tres actividades propias de la universidad: Producción, enseñanza- aprendizaje y vínculo que son las actividades que nos permitirán monitorear los cambios efectuados.

La Universidad es parte de la sociedad, y parte fundamental de ella, sea para mantenerla, cambiarla o transformarla, y al igual que el sistema capitalista la Universidad ha entrado en crisis, la misma que se despliega en tres campos: una crisis estructural, una civilizatoria y una de identidad.

• La Crisis Estructural: la institución universitaria se encuentra en una disputa por la hegemonía entre lo público y lo privado, donde, ambos sectores, tienen que dar respuesta a las nuevas necesidades y requerimientos de la sociedad del siglo XXI, y es ahí donde encuentra su primera ruptura; como atender y solucionar: la demanda, las exigencias de calidad, los estándares funcionales, la planificación institucional, los programas y cronogramas, etc.

La estructura de la Universidad actual no logra articular de manera favorable estos factores, ni siquiera en el marco eficientista neoliberal y menos aún en otras posibilidades de solución. El capitalismo y su expresión globalizante tratan de sustituir la Universitas medieval por algo distinto, y es en esta primera ruptura que el potencial liberador, que abordaremos adelante, tiene cabida.

• La Crisis Civilizatoria: En el afán de dar un nuevo andamiaje a la universidad, funcional, eficiente, que de cobertura a los requisitos del mercado, la institución ha entrado en un segundo quiebre: ¿Que, como, cuanto producir? Y es ahí que es insuficiente lo que la universidad hacia para lo que debe hacer.

• La Crisis de Identidad: A manera de dibujar una semejanza de géneros la Universidad ha entrado en una crisis de identidad, puesto que la relación que existía entre LA Universidad y EL Estado durante su noviazgo medieval, avanzó hacia el matrimonio capitalista y hoy está dividiendo los bienes en el divorcio de la globalización.

Es necesario advertir que estas tres crisis que vive la universidad han sido detectadas por el mismo capital, para desfogar las deudas pendientes y construir una nueva universidad totalmente acorde al momento histórico de su desarrollo y atienda servilmente lo que el mercado requiere.

La mirada crítica de la universidad tiene: un general, la universidad latinoamericana y un particular, la universidad ecuatoriana. En ambos casos las luchas sociales en este tema van por lo siguiente: el libre ingreso, la gratuidad de la educación, la apertura de espacios de formación cada vez más especializado.
La conquista gradual de estos objetivos, reivindicaciones de los movimientos sociales y partidos de izquierda, parecerían victorias del campo popular, que avanzan hacia un sistema post capitalista y que parten de la educación para cumplir sus fines. Sin embargo:

El libre ingreso, es la posibilidad de contar con capital humano instrumentado. Es la reedición del libre ingreso de 1900 a la escuela para que los obreros sepan leer y escribir para que firmen sus contratos y además “no dañen” la máquina; La gratuidad, es una medida que permite que los sectores desposeídos puedan acceder a la “formación” y no se levanten exigiendo aquella, o al menos no lo hagan de manera que atente el status quo; Los espacios de formación especializados, expresan la necesidad de desconcentrar la especialización científica y permitir reducir los costos de formación de profesionales, de esta manera, es cada vez más común que empresas privadas financien estudiantes sus cursos de cuarto nivel, o la implementación de sistemas como la educación dual, que vincula desde la formación al estudiante con la administración y el manejo empresarial, lo que permite captar a los “mejores y más capaces” directamente del aula.

Sin duda los avances democráticos de los nuevos gobiernos de Latinoamérica no pueden desconocerse, y no puede invisibilizar sus políticas redistributivas, pero es necesaria hacer esta consideración pues ¿de qué otra manera se explica que en Ecuador, Venezuela y Bolivia no se hayan presentado acciones como las sucedidas en Honduras?

Ahora bien. Es necesario dar soluciones alternativas a esas tres crisis, o al menos presentar posibilidades, que articulen procesos en los que aprovechando la coyuntura global, logremos construir la universidad de nuevo tipo que deseamos.

• Debemos construir una Universidad con paredes de cristal, donde la nueva estructura sea elaborada a partir del dialogo universidad-sociedad-comunidad, entendiendo: Universidad como el espacio de encuentro de las comunidades que conforman la sociedad; Sociedad el espacio de confluencia de todas las comunidades; y Comunidad, como el espacio más pequeño de desarrollo colectivo, donde se expresan las distintas potencialidades de los individuos. Es decir no solamente necesitamos que la sociedad vea a la universidad, es indispensable que todas las miradas de las comunidades tengan voz al momento de discutir el rumbo de la Universidad.

Construirnos con paredes de cristal implica romper con la barrera de la academia y los espacios restringidos a los iniciados, implica aceptar que la universidad reedite los “paseos peripatéticos” pero esta vez ella como la que aprende; las paredes de cristal suponen construir una comunidad universitaria dentro del dialogo de saberes, basada en la democracia. Debemos permitir la crítica pública de nuestros asuntos, debemos expresar nuestro criterio político de manera clara a la sociedad, no esconder nuestros objetivos, no blindar nuestras aspiraciones tras lo “científico-objetivo”.

• La Universidad debe cambiar el paradigma mercantil de acumulación científico técnico; que construye conocimientos para almacenarlos en la bóveda académica. Debemos generar un marco de investigación acorde a los derechos de la naturaleza, que acoja el buen vivir como principio rector. La Universidad debe auspiciar:

o La transformación de las relaciones de producción y los patrones de consumo.
o La generación de criterios de desarrollo, intercultural y ecológico.
o La planificación regional y local y la posibilidad de que los profesionales actúen en sus comunidades.
o El reconocer el conocimiento popular y la sabiduría de los pueblos.
o El dialogo de saberes y dar prioridad a los requerimientos sociales antes que a los comerciales.
o La construcción de desarrollo endógeno y el uso de tecnologías alternativas.
o RE-CONSTRUIR UN SUJETO HISTÓRICO Y DEFINIR SUS ANTAGONISMOS.

• En cuanto a la crisis de identidad. Cuando se hace referencia, en líneas superiores, al divorcio entre universidad y estado, esta consideración se hace, ya que en este sistema siempre ha existido la idea de Universidad y Estado son dos cosas distintas, sin embargo la Universidad es parte del estado, y ha servido como órgano represor en el ámbito de la superestructura. Esta falsa distinción ha tenido como mayor soporte la autonomía, principio que solapa el hecho que ¿si no es al estado al que sirve a la Universidad, a quien sirve? Lo que ocurre ahora, con la aparición de gobiernos democráticos no cambia la relación, la Universidad sigue al servicio del estado, pero somos nosotros, sus miembros, los que podemos cambiar esa relación.

En cuanto a la racionalidad en la Universidad, la fragmentación del conocimiento, la parcelarización del saber científico, la híper especialización. El reto de la universidad es la formación de hombres y mujeres filósofos, en su consideración etimológica, agregando a esta un componente, más que científico, ético-político, es decir profesionales que amen la sabiduría y que sean sujetos históricos de cambio capaces de desplegar su acción en su comunidad y dirigir esta hacia el cambio social.

¿Cuáles son las tareas inmediatas de la Universidad para lograr desarrollar sus actividades innatas, Producción, enseñanza- aprendizaje y vínculo, de manera efectiva?

• Romper con la novedad y novelería en la incorporación de modelos pedagógicos.
• Enseñar a enseñar; entregar a los estudiantes los insumos necesarios no solamente para aprender, sino aprehender las bases para enseñar.
• Implementar elementos tecnológicos, que impulsen la mirada crítica, mas no que profundicen al “homo videns”. Crear no solamente espacios para aprender sino tiempos para aprender.
• Elaborar sus objetivos con toda la comunidad universitaria, ¿Qué queremos saber? ¿Cómo queremos hacerlo?

Por último la universidad debe enviar todo su contingente hacia una extensión intra universitaria, donde seamos sus miembros los que aportemos a su re-construcción y solo así logremos avanzar hacia la vinculación integral a la sociedad, cuando la universidad esté en sintonía con un proyecto social emanado del campo popular.

La discusión de que  es necesario que la Universidad cambie, absolutamente nadie podrá objetar, pero más importante que aquello es definir los porqués de esos cambios, no es solamente la implementación de un nuevo modelo pedagógico, de un nuevo diseño institucional, de ampliar coberturas de servicios, si la Universidad debe cambiar es porque nuestros pueblos han re definido un sur, es porque la universidad debe estar al servicio de este nuevo horizonte, de esta nueva aspiración social, ahora la pregunta es ¿querer cambiar ó cambiar de querer?

La universidad debe permitirse la impertinencia epistemológica de creer y aceptar la necesidad ontológica de escuchar.

* Paráfrasis del libro de Álvaro Cuhnal.
** Referencia de Mario Kaplun, "Indisciplinar la Universidad"

Comisión Política FDU.

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